OCTUBRE, MES DE LAS AVES



En el mundo existen más de diez mil especies de aves y cerca de dos millones y medio de personas que las observan. Que se levantan al alba para encontrarlas, que esperan horas y horas hasta que aparecen con vuelos de plumas rojas y verdes, y amarillas. Que las cuentan y se sienten felices cuando tienen una más en su haber, que las coleccionan con tildes en sus libretas, que las dibujan, que distinguen sus cantos y hasta los graban. Que se inspiran con su libertad.

Esta casta de observadores o bird watchers celebra las aves. Sus formas, los colores, su canto, la manera en que vuelan. Especialmente para ellos y para todas las personas curiosas, amantes de la naturaleza, se desarrolla durante este mes el Mes Mundial de las Aves y en muchos países el Festival Mundial de las Aves para destacar la importancia de éstas en la vida y en el equilibrio del planeta.

¿Para qué observar aves?

Alguien, alguna vez se preguntó por qué recorría distancias, abandonaba familia, obligaciones y tranquilidad, para elegir desiertos, selvas o montañas, con el único objeto de ver unos animalitos emplumados. Es para entender al hombre. En la naturaleza recuperamos algo de lo que fuimos, nos bañamos en humildad y entendemos mejor nuestro comportamiento, al observar la vida animal desprovista de maquillaje cultural. Percibimos, en el amoroso cuidado de los pichones, en la violenta defensa del territorio, en la apasionada búsqueda de la pareja, en el instinto de conservación de la vida, nuestro propio primitivismo. Pero estos trazos no contemplan el cuadro. Lo cierto es que la mayoría se acompaña para siempre por una pasión indeclinable. En todo el mundo, con pocos años de historia, los observadores suman millones. Algo significa. Hay ornitófilos a los que sólo los guía el placer de una jornada de campo; algunos persiguen el hallazgo científico; otros buscan en el placer estético, en la belleza de algún pájaro, en el canto melodioso, o en el vuelo de los más, una fuente inspiradora. Hay quienes, al apartarse de conflictos y miserias humanas, consiguen, imitando a las aves, despegar de la tierra. Quizá lo expuesto no alcance a explicarlo todo. Aun así, al descubrir en el bosque y la llanura cómo florece la existencia nos convertimos en celosos guardianes de ese mágico proceso llamado vida. Aunque sea sólo por eso, valdrá la pena elevar la vista al cielo para seguir un armonioso vuelo.

No hay comentarios: